Mi hija, Naty, tiene cinco años. Es adorable, curiosa y, a veces, sus preguntas me dejan en situaciones en las que no sé si reír o esconderme en el baño hasta que termine el día. Desde que Juancho, mi esposo, se fue de viaje por trabajo, las cosas en casa han sido un poco más…
Hubo una época en la que los miércoles por la noche eran sagrados. A las ocho en punto, los cinco nos reuníamos en el mismo bar de siempre. Estaba muy cerca de Lavapiés, en el centro de Madrid. No era un sitio espectacular, pero servían una muy buena cerveza y, más importante aún, tenía ese…
