Mi hija, Naty, tiene cinco años. Es adorable, curiosa y, a veces, sus preguntas me dejan en situaciones en las que no sé si reír o esconderme en el baño…
Hubo una época en la que los miércoles por la noche eran sagrados. A las ocho en punto, los cinco nos reuníamos en el mismo bar de siempre. Estaba muy…