Yo no soy escritor. Aunque escribe, esa es la negación predilecta de Gael. Él siempre ha dicho que no se le puede llamar escritor a cualquier persona e, incluso, tampoco a quienes sepan escribir. De hecho, asegura que, aunque algunos tengan idea de cómo redactar o aunque de verdad sepan expresarse a través de la escritura, no pueden hacerse llamar escritores.
Gael afirma que un escritor es un artista. Dice que ser escritor significa tener la capacidad de elaborar una obra de arte y hacerlo con excelencia, con grandeza. Por eso, Gael asevera que ser escritor va mucho más allá de publicar una novela.
Entonces, si para Gael quienes han publicado una obra no se pueden autodenominar escritores, ¿qué pasa con aquellos que escriben y ni siquiera han publicado un artículo en un blog? ¿Y para quienes han escrito alguna que otra historia pero aún la tienen archivada en su disco duro?
Gael cuenta que puede despertarse con muchas ganas de escribir, y de hecho lo hace, pero eso no lo convierte en un escritor. Él pone como ejemplo a un ingeniero. Gael comenta que un ingeniero puede escribir un libro, pero seguirá siendo ingeniero, no un escritor. También usa de ejemplo a un arquitecto, quien puede dar clases en alguna universidad, pero eso no lo convierte en profesor.
Gael parece extremista, pero tiene sus motivos. Desde pequeño, en más de una oportunidad, leyó y escuchó que “para escribir hay que leer”. También se grabó frases como “hay que leer mucho para escribir mejor” o “un buen escritor es un mejor lector”.
La procedencia de estas afirmaciones no es dudosa, ni mucho menos. En realidad, son citas que se han popularizado por parte de reconocidos escritores, personas que han pasado toda una vida en el mundo de la literatura y que tienen en su haber docenas de libros escritos, muchos de ellos convertidos en bestsellers. Entre Ernest Hemingway e Isabel Allende hay una extensa lista de escritores que son o han sido grandes lectores.
Entonces, desde ese punto de vista, Gael no puede ser escritor porque no lee lo suficiente. En realidad, no lee. Y es un asunto que le ocurre desde niño. Siempre le gustó escribir mucho más que leer. Para Gael, leer siempre fue complicado, aburrido en muchas ocasiones, porque nunca le enseñaron a leer. Pero no se refiere a aprender a entender un párrafo, sino a leer de verdad, leer como hábito.
Es evidente que Gael aprendió a decir “eme con a”, aprendió a coger un libro y saber lo que ahí decía. Eso es obvio, pero él se refiere a la lectura como una actividad rica, tanto o mejor que ir al cine o disfrutar del teatro. Lo cierto es que, al no cumplir con esa máxima, él no se puede sentir escritor. Por eso, Gael está seguro de que no es un escritor y sigue sosteniendo esa idea.
Para Gael, un chico de 25 años puede ser experto, por ejemplo, en el uso de las redes sociales. A esa edad, ese chico aún está a tiempo de convertirse en escritor. Pero al revés no se puede, considera Gael. Desde su percepción, ese chico, a los 50 años, aún puede ser un experto en redes sociales o transformarse en un electricista si así lo quiere, pero a esa edad no podría comenzar a leer.
Para ampliar un poco más esta comparativa, a los 50, una chica no se puede convertir en bailarina, o un abuelo no podría aprender a volar un F-16. Para eso se necesita tiempo, mucho tiempo. Se necesita crear un hábito, y a los 50 ya es tarde para hacerlo; a esa edad ya no se puede. No se puede por falta de tiempo, falta de energía y falta de la destreza que se va perdiendo con el pasar de los años.
La vida no es una película. En algún metraje, el protagonista puede absorber conocimientos de forma mágica y en poco tiempo terminar siendo un maestro en cierto oficio. Pero eso es solo en una película. Es decir, en una producción de Hollywood, cualquiera puede transformarse en Neil Gaiman o en Gabriel García Márquez de la noche a la mañana. Pero en la vida real es imposible. No hay una fórmula mágica para pasar de no leer a ser un escritor de la talla de Ken Follett, Jane Austen o Mario Vargas Llosa.
Gael, sin embargo, quiere escribir. Le gusta escribir. Pero no le gusta hablar de escritura. De hecho, él ve con mucha preocupación su incursión en un mundo lleno de expertos en la materia, con sintaxis perfectas y descripciones redondas. No ve con buenos ojos merodear por un mundo en el cual todos dicen ser escritores.
En el mundo de la literatura, los escritores, además de escribir continuamente, siempre están hablando de cómo escriben, de cómo no se debe hacer, o de la necesidad de escribir. También comentan aquello que alguna vez escribieron y dan sus agudos puntos de vista acerca de una diversidad de temas, porque son unos intelectuales.
Gael conoce a escritores, escritores de verdad. Aquellos que se consumen la vida escribiendo, usando los tiempos progresivos de ese verbo de forma intencional, ya que se dedican por completo a escribir. No se refiere a aquellos que escriben alguna historia y salen corriendo a publicarla en un blog, o hacen un tuit con una frase mágica.
A Gael le encanta escribir, pero no sangra si no lo hace. Ama escribir, pero no necesita escribir para vivir. Esa es otra razón por la cual no se considera un escritor de verdad. Gael escribe porque ha descubierto que es la metodología adecuada para drenar sus emociones. Es que Gael siempre ha escrito, pero si en realidad no pudiera vivir sin escribir, entonces ya tendría un par de novelas publicadas, como mínimo.
En realidad, lo que le gusta a Gael es contar historias, pero no propiamente la acción de escribir. Sin embargo, él sabe que para poder hacer llegar esas historias a potenciales lectores, entonces debe escribirlas.
No existe forma de hacer que Gael cambie de opinión. Él insiste en que no es un escritor, sino un narrador que a veces escribe historias. Está cansado de aquellos que se acercan a él y le aseguran que, si escribe, entonces es un escritor. Para él, no es así. Para Gael, existen muchas personas que respiran, pero que en realidad están muertas en vida. Porque para Gael, vivir es mucho más que estar vivo, más que respirar.
Para Gael, cualquiera que esté vivo puede respirar, pero eso no es lo que de verdad les hace vivir. Pasa lo mismo con escribir. Cualquiera puede incursionar en el mundo de la escritura, cualquiera escribe, pero no todos son escritores. Es decir, todos respiran, pero no todos viven de verdad.
Gael no está comprometido con escribir, pero le gusta, no solo escribir, sino todo lo que puede causar en la gente que lee sus historias. Por eso, todos creen que Gael es escritor, o todos sospechan que lo es, pero ni lo hace a diario, ni le escribe a su familia como regalo de cumpleaños, ni lee sus escritos en público, ni es miembro de un grupo de escritura, ni mucho menos sale con escritores a tomar el café de la tarde.
A Gael le encanta escribir historias, pero también le da igual si no las lee nadie o si no son del agrado de todos. Gael escribe como una manera de hablar, porque antes de escribir es un conversador. Escribe como habla y no aspira a ser escritor, no se pregunta si en realidad lo es o no, es más, ni siquiera le importa lo que otras personas piensen de él, porque el tiempo que perdería atendiendo todos esos asuntos, lo usa para escribir, concentrarse en lo que de verdad es y sin ninguna etiqueta que perturbe lo que más le gusta hacer.
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