No tenía intención de escribir esto. De hecho, estaba decidido a cerrar el portátil, acurrucarme en una excusa y dejar que la noche fuese un pasillo sin puertas. Pero hay pensamientos que se comportan como huéspedes maleducados: se sientan en tu sillón, ponen los pies sobre la mesa, descubren tu lado sumiso, te dan órdenes…
