Hace unos años, cuando vivía en Barquisimeto, los domingos a las cuatro eran sagrados. Pero no sagrados tipo misa, no. Sagrados como las caraoticas con espaguetis en casa de mi abuela Maita, como guarapo ‘e caña en Aregue, como meterse en el río Guayamure con el bulto lleno de curdas. Porque a esa hora se…
